viernes, 20 de marzo de 2009

MÉDICO EN LA CÁRCEL por Carmen Amaralis Vega Olivencia

Querido Papá,

Te sorprenderá esta carta que te escribo desde la cárcel. Sabes, ahora entiendo mejor lo que viviste por esos interminables veinte años, prisionero por tus ideales políticos. Crecí avergonzado de ti, crecí escondiendo una verdad que me dolía en los huesos. No entendía porque nuestra madre bendecía tu vida y rogaba por tu pronto regreso.

Nuestra madre no permitió jamás que se manchara tu nombre. Ella mejor que nadie sabía de tu amor por la patria, tu deseo de verla libre y soberana. Y nos contaba una y mil veces el momento en que le diste aquel beso antes de marcharte a cumplir con tu deber; darles un escarmiento a los tiranos que aún nos sostienen en la servil esclavitud de ser colonia en pleno siglo XXI.

Papá, deseo que sepas que mamá trabajó sin descanso para que a nosotros no nos faltara el pan, que día a día luchó contra todos los prejuicios, y nos mantuvo alejados de las burlas del pueblo. Trabajaba dos turnos pera poder pagar nuestros estudios. Supe reconocer sus sacrificios y siempre fui un estudiante dealtos honores, se que ella te escribía contándote detalles, como fue que logré la beca para irme a la escuela de medicina, como mi hermana logró terminar su carrera de abogada.

Se que de mi hermana estás muy orgulloso, que ella sigue tu ejemplo, y no le importa terminar presa como tú, solo por luchar por la independencia de esta isla a la que todos dicen querer tanto, pero solo unos pocos se sacrifican por ella, como lo supiste hacer tú.
Me avergüenzo ahora de haber ocultado ser tu hijo mientras adquiría mi carrera de médico. Tenía pánico de que supieran que mi padre era un preso. Esa mancha me hubiera serrado muchas puertas.

Y mira que ironías tiene la vida. Al graduarme acepté un puesto de médico para la Nación que nos tiene sometidos al coloniaje. Ofrecieron pagarme un salarioimpresionante, y no lo pensé dos veces. El confort es un llamado muy fuerte.Pero la vida enseña de maneras insospechadas, y ahora me encuentro aquí, en lacárcel, dando servicios médicos a los presos de este Estado donde tú sufriste calabozo. Y veo como le tiran la comida en el piso a los castigados, y tengo que curar los desgarros de sodomía de algunos presos no sumariados, tengo que curar las gonorreas, los golpes y las fracturas de los presos cuando pelean.

Y pienso en ti, padre, y es entonces cuado me llega la indignación, cuando desearía revelarme y gritarles que crecí siendo victima de una injusticia. Y no sé que es peor,
Si no haberte conocido libre o la esclavitud que siente mi alma, vendida por dólares a los que te humillaron por creer en la libertad de tu pueblo.

Ahora que te han dado libertad por compasión con tu enfermedad de cáncer, ahora soy yo el que está preso en libertad. Perdóname.

Tu hijo , MD.

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